jueves, 17 de marzo de 2011

Capítulo 4: Compartiendo opiniones

Me senté en un banco del pasillo, tan vacío que hasta daba auténtico miedo.
-Bueno, dime lo que querías decirme.
-Ah... vale. Bueno, no es nada importante, pero me gustaría que me dijeras cuánta gente fue a tu cumple.
Me entristecí. Marian se lo había contado todo y no sobreentendió que era un secreto... aunque, la verdad, yo tampoco lo hubiera entendido como un secreto. No contar a nadie que nadie vino a tu fiesta de cumple, pueess... dicho así, sí que lo parece. Bueeno, le respondí:
-Pues, Jason, si te digo la verdad, casi nadie.
-Vaya, lo siento mucho...
-No, no importa. Es así, ya lo conozco todo. Sólo que he aprendido una buena lección: ¡¡no invites a nadie a nada!!
Nos reímos al unísono. No es que fuera un chiste, pero el ambiente parecía necesitar alguna risita.
-Tampoco es ir al otro extremo... -replicó.
-Es verdad, tienes razón... pero no encuentro el punto intermedio, ¿sabes?
-Ni yo.
-Creo que estamos perdiendo algo el hilo...
-¡Sí! Demasiado me parece, y estamos tardando mucho. Mis amigos estarán preguntándose dónde estoy. Y los tuyos imagino que también.
-Sí, también me lo parece. ¿Y si vamos dentro?
-Mejor así...
Corrimos a lo largo del pasillo hasta el comedor, riéndonos de no-sé-el-qué pero pasándolo genial. Me senté en la mesa de mi pandi, y él en la suya. Me miró sonriendo y le sonreí. ¿El comienzo de una bonita amistad? Tal vez. Pero ya no me gustaba como novio, sino como amigo. Sentía una confianza mayor que en una pareja. Y no sé por qué, me sentía tan bien que ese día, al salir de clase, me compré una regaliz multicolor. Puede parecer una idiotez, pero la verdad es que sólo lo hago los días que estoy feliz, ya que no me enloquecen tanto las golosinas como a Layla, por ejemplo.

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sammy

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